Presentan el alga como un superalimento, destacando sus beneficios nutricionales, propiedades saludables y versatilidad en la cocina, brindando información sobre su contenido de nutrientes, potenciales efectos positivos en la salud y sugerencias creativas para incorporarla en la dieta diaria.
Por su alto contenido de proteínas, minerales, vitaminas y ácidos grasos esenciales, la espirulina forma parte de los denominados superalimentos, tan de moda como los frutos rojos, la quinoa, el jengibre, la chía o los arándanos, por mencionar solo unos cuantos. A tal grado este tipo de productos naturales han sido revalorados para algunos, sobrevalorados que se les atribuyen incluso propiedades curativas. La espirulina, en particular, no es precisamente un alimento, sino un suplemento alimenticio proveniente de especies de algas como la Arthrospira máxima, cuyo principal hábitat son lagos de México y Centroamérica, donde era consumida por pueblos mesoamericanos, como los mexicas, que la recolectaban del lago de Texcoco, dándole un nombre que no remite precisamente a su carácter alimentario: tecuitlatl, "excremento de roca".
Retomando esa tradición alimentaria, investigadores del departamento de hidrobiología de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa promueven el cultivo y consumo del alga espirulina entre las comunidades marginadas de México, donde la desnutrición es uno de sus principales problemas. Su propósito es que, por su alto valor nutricional, este producto forme parte de la canasta básica alimentaria de esas poblaciones.
Al respecto, la maestra en biología Mónica Cristina Rodríguez Palacio, académica de la UAM, explica: "El objetivo principal es establecer cultivos y convertirlos en una alternativa de proteína para estas localidades donde los alimentos básicos son tortilla y frijol. Deseamos establecer estos cultivos, enseñar la importancia de la espirulina y cómo beneficiaría incorporarla a su dieta y que las comunidades aprendan a cultivarla y a consumirla pensando en una mejora nutricional, además que en un futuro pueda verse también como una fuente de ingreso para formar cooperativas o equipos que puedan comercializarla".
Para llevar a cabo esta labor, específicamente en comunidades de la sierra del estado de Puebla, están en marcha el Proyecto Cultivos de Algas, Usos Potenciales y el Proyecto de Extensión Comunitaria, con la participación de especialistas de la UAM y la Universidad Iberoamericana (UIA).
En la planta de cultivo de algas, a cargo de la UIA, se ha evaluado la resistencia de éstas a los cambios ambientales, a fin de transferirlas para su cultivo en las comunidades. Además, se han efectuado análisis de calidad para ver si las algas realmente tienen los valores que marcan las normas oficiales en cuanto a proteína y fibra, entre otros. Asimismo, se procedió al secado de las algas para comprobar que no había en ellas crecimiento de bacterias u otros microorganismos contaminantes que representen algún riesgo para la salud humana. Casi paralelamente al proyecto de cultivo de algas dirigido a las poblaciones, el Proyecto de Extensión Comunitaria ha consistido en establecer contacto con los habitantes a fin de conocer su problemática alimentaria y plantearles dicho cultivo como una solución alternativa.
A decir de la maestra Rodríguez Palacio, “se pretende que la UAM y nosotros como investigadores realicemos una labor de difusión y vinculación con la sociedad para transferir esta tecnología que se está desarrollando y no sólo quedarnos con la información dentro del aula o el laboratorio, sino transmitirla para que tenga un impacto”. Tal impacto podría ir más allá de lo estrictamente alimentario, pues el cultivo de algas para la elaboración de espirulina podría ser no sólo para el autoconsumo, sino para la venta, lo cual constituiría una fuente ingresos hacia las familias en particular y las comunidades en general.
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